Todos sabemos los múltiples beneficios que el ejercicio
físico puede aportar a las embarazas tanto físicos como psicológicos: mejor
función cardiovascular, menor riesgo de desarrollar diabetes gestacional,
mayor elasticidad en las articulaciones, menos problemas de obesidad y menor
tasa de síntomas depresivos y de insomnio. Además, la realización de ejercicio
alivia algunas de las sintomatologías comunes en las embarazadas como
los edemas de extremidades y las lumbalgias. A nivel fetal, también
existen algunos beneficios, como una reducción de la tasa de grasa corporal en
el recién nacido, que se mantiene en etapas posteriores.
Según Barakat et al., Am J Obstet Gynecol. 2015; la
prevalencia de los embarazos con alguna forma de hipertensión puede ser de
hasta 10%, que varía según el país y la población estudiada y los criterios
utilizados para establecer el diagnóstico. La obesidad antes del embarazo
y el aumento excesivo de peso gestacional (GTG) y del índice de masa corporal
(IMC), se han asociado con los trastornos hipertensivos maternos y se vincula a
la macrosomía (> 4,000g) y bajo peso al nacer (<2.500 g).
Este llevo a cabo un programa para examinar el impacto de un
programa de ejercicio supervisado durante todo el embarazo sobre la incidencia
de la hipertensión inducida por el embarazo.
Se utilizó un ensayo controlado aleatorizado, las mujeres se asignaron
al azar a un grupo de ejercicio (EG; N = 382) 3 días / semana (50-55 minutos /
sesión); de la semana de gestación 9-11 hasta 38-39 semanas, o un grupo control
(GC; N = 383) que recibieron la atención estándar.
Independientemente del IMC se mostró que las mujeres
embarazadas que no hacen ejercicio tienen 3 veces más probabilidades de
desarrollar hipertensión [OR (IC del 95%) es de 2.96 (1,29-6,81), p = 0,01] y son
1,5 veces más propensas a aumentar de peso excesivo si no hacen ejercicio [OR
(IC del 95%) es de 1,47 (1,06-2,03), p = 0,02]. Las mujeres embarazadas
que no hacen ejercicio tienen también 2,5 veces más probabilidades de dar a luz
a un bebé macrosómico [OR (IC del 95%) es de 2.53 (01.03 a 06.20); p =
0,04].
Por lo que el ejercicio materno puede ser una herramienta
preventiva para la hipertensión, el exceso de peso y puede controlar el tamaño
de la descendencia al nacer, además de la reducción de las comorbilidades
relacionadas con el riesgo de enfermedades crónicas.
Estos resultados pueden ser muy interesantes y útiles a la
hora de plantear programas de prevención en mujeres embarazadas, siempre que no
haya ninguna contraindicación especifica diagnosticada por un médico y que se
lleve a cabo por profesionales cualificados que garanticen una correcta ejecución
segura tanto para la madre como para el feto.
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